#4 - La batalla épica para recuperar el tesoro
Slayers Special #4 - La conspiración de la Asociación de Hechiceros |
A continuación podréis encontrar la traducción al español del cuarto capítulo de la cuarta novela de la saga Slayers Special, 財宝奪回大作戦 (zaihou dakkai tasaku-sen).
La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine en Agosto de 1992, así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.
Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayers – https://www.lost-slayers.net
Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.
La batalla épica para recuperar el tesoro
No podía apartar la vista.
¡Deliciosas gambas en crema, teriyaki de pavo al estilo Clarents, etcétera, etcétera...! Espléndidos platos, uno al lado del otro, cubrían toda la estrecha mesa.
... aaaah ♥ ¿qué hago? ♥
—Lo cierto es... que quisiera pedirte algo, tan solo que recuperes cierto objeto de cierta persona.—dijo el anciano de aspecto elegante que se encontraba al otro lado de la mesa. Aunque tendría unos 60 años no parecía tan mayor, y tenía una cara delgada con una eterna sonrisa.
—Ya...—apenas pude decir mientras no dejaba de mirar los suculentos platos.
Cuando llegué a esta ciudad recibí la invitación de Crule-san, vice-presidente de la Asociación de Hechiceros, que era quien se encontraba ante mí.
En cuanto llegué a la casa y vi la mesa, sabía que no había nada que hacer contra lo que veían mis ojos...
Pero aún no había escuchado ningún “adelante, que aproveche”.
... ah... la comida se va a estropear...
—No hace mucho descubrí algunos artefactos en las ruinas de una montaña cercana, y ahora esos artefactos han sido robados. Lo cierto es que creo saber quién es el culpable, pero no tengo ninguna prueba de ello. Además, preferiría no hacerlo público, debido a que la persona que creo es responsable es... el otro vice-presidente de la Asociación de Hechiceros.
—... ya veo...—dije, mirando mi bebida.
—Básicamente eso es todo lo que ocurre, pero si estás dispuesta a aceptar el trabajo, podemos hablar más después de la comida...
—¡Claro que acepto! —dije sin pensarlo.
En cuanto me escuchó, Crule-san sonrió.
—Oh, gracias. Entonces... no es mucho, pero por favor, disfruta de la comida.
—¡Que aproveche!
Y así acepté el trabajo por la justicia, el honor, y un poco de apetito.
—Ya veo. Así que en esencia es eso. —dije mientras tomaba un poco de leche caliente tras la comida.
Mientras comíamos el viejo Crule me contó la “historia detallada”, pero a decir verdad, no era muy diferente de lo que ya me había contado antes. A grandes rasgos es como ocurre en cualquier otro país, los objetos excavados se convierten en propiedad de quien los excave. Objetos excavados suena bien, pero realmente no dejan de ser “tesoros”. Aunque no estén hechos de materiales caros, tienen mucho valor como obras de arte o para investigaciones. Siempre hay entusiastas que quieren hacerse con ese tipo de objetos, sin importarles su procedencia.
Ha tiempo, no recuerdo si en Elmekia o en algún otro sitio, se promulgó una ley de protección cultural que decía “todos los objetos excavados deben permanecer en el país”, pero de repente hubo un repunte en el robo de tumbas, así que la ley tuvo que ser retirada enseguida. Otra cosa no, pero la gente es avariciosa.
El viejo Crule, con ayuda de algunos asistentes, había descubierto un número considerable de artefactos en una excavación, pero... se los acabó enseñando a otros, aunque sabía que no debía hacerlo. Y entre estos, estaba el otro vice-presidente, Baisen.
—... pero eso no es motivo suficiente para pensar que el vice-presidente Baisen sea el culpable. Es posible que los rumores fuesen difundidos por uno de los asistentes en la excavación, y alguien que los escuchara fuese el culpable...
—No, está claro que el culpable es el vice-presidente Baisen. Sin duda. Lo creo así.
... tiene unas creencias un tanto raras...
—... entonces, ¿por qué le mostraste los objetos excavados a alguien así?
—Oh, pues porque quería fardar y hacer que tuviese envidia. —respondió Crule con tono natural.
... bueno, hay mucha gente así, que les gusta mostrar sus pertenencias a otros... pero esta persona, dejando a un lado sus habilidades lingüísticas, parece tener toda una personalidad.
—... por cierto, pido perdón de antemano por la inconveniencia, pero me gustaría estar segura. ¿Tiene alguna evidencia de que el artefacto robado fuese suyo para empezar?
—Vaya, así que piensas que pueda estar mintiendo...
—¡No, no, no! ¡nada de eso!
Noté algo extraño en su tono tranquilo, y moví la mano con cierto pánico. Era un tipo bastante listo. No me extrañaría que este viejo algún día generase algún escándalo conspiratorio.
—Lo cierto es que previamente ya tuve un trabajo en el que se me pidió que devolviese algo que había sido robado, pero tras una inspección exhaustiva, descubrí que no se había robado nada. La persona que me había contratado estaba intentando engañarme para que robase el objeto para él...
—Ya entiendo. Así que era eso. Aunque la evidencia, al ser algo excavado, no... ah, no. Si no recuerdo mal, había un talismán de plata entre los objetos encontrados. Removí la joya para limpiarla, así que aunque el talismán fue robado, aún conservo la joya. Si encaja perfectamente en el talismán, eso probaría que es mío.
Ya veo. Si así están las cosas, podía fiarme. Asentí.
—Comprendo. Entonces, ¿podía hablarme de las circunstancias cuando fue robado?
—Sí. Para eso será mejor tener una conversación más detallada con mi asistenta.
—¡Lo sientooooo! ¡Todo es culpa mía!
En cuanto le pedí que me explicase la situación, la asistenta de Crule-san comenzó a pedir perdón. Era una chica guapa de pelo corto, aparentaba tener unos veinte años.
—Está bien, Caroline-kun. —dijo Crule-san, pero no le hizo caso y siguió gritando.
—¡Aaaaaah! ¡Seguro que me despiden por eso! ¡Me echarán de la Asociación de Hechiceros, y mis padres me echarán de casa al no poder ir a la escuela! ¡Acabaré perdida en la calle y moriré sola! ¡Eso es, voy a morir! ¡Aaaaah! ¡No quiero morir!
... señorita...
—... ¿qué ocurre? Esto...—pregunté con tono dudoso.
—No, si es una asistente muy capaz... pero es un poco inquieta y tiene una tendencia a preocuparse en exceso. Está bien, Caroline-kun.
—¡Nooooooooo!
—Caroline-kun.
—¡Aaaaaaaaaah!
GAH
Sin cambiar su expresión facial ni decir nada, ¡de repente Crule-san le pegó una patada en la sien!
—¡Ah!
—... veo que finalmente te has calmado. —le dijo tranquilamente Crule-san mientras se revolvía con dolor por el suelo.
... este viejo da miedo...
—Por cierto Caroline-kun, no voy a despedirte así que ¿podrías contar un poco lo que ocurrió?
—... ¿seguro que no lo dices para darme esperanzas y luego despedirme más adelante? —logró preguntar al recuperarse del golpe.
—Nada de eso. ¿Acaso no es verdad que cuando tiraste la estatua dorada o cuando rompiste la corona de plata, lo único que hice fue pegarte y patearte hasta que no podías moverte?
... es un poco demasiado...
En cualquier caso, me acabó contando lo que había ocurrido. Aquel día, Crule-san le había entregado el talismán sin la joya y el resto de objetos para que terminara de limpiarlos durante la tarde en el cobertizo que se encontraba en el patio trasero. Tras cenar fuera recordó que había olvidado cerrar la puerta del cobertizo, por lo que regresó... y los objetos de la excavación habían sido robados.
En ese momento Crule-san le dio un gancho de derecha a Carol sin ningún tipo de aviso, pero eso es otro asunto.
—Mmm... ¿hay alguna otra cosa en lo que te hayas fijado que pudiera ser una pista?
—No, pero... ¡Lina-san! ¡Deja que te ayude con esta tarea! —dijo Carol, apretándose el puño contra su pecho y con mirada llorosa.
—Pero Caroline-kun, esto...
—Sé que es peligroso. Pero, ¿qué objetos han sido robados? No lo sabrás a menos que te acompañe alguien que los conozca, y más importante que eso, ¡todo fue por mi culpa! ¿Cómo podría no hacer nada y dejar que no se recuperasen los objetos robados? ¿Cómo tener tal responsabilidad?
... seguramente no quiere que Crule-san acabe con ella...
—Mmmm... Caroline-kun, entiendo cómo te sientes... ¿qué piensas, Lina-san? ¿Podría ayudarte en tu trabajo?
—¡P-Pues claro! ¡Seguro que es de mucha ayuda! ¡Hahahaha! —respondí con una sonrisa tímida.
Hablando en plata no es más que un obstáculo, pero considerando sus sentimientos y la personalidad de Crule-san, no podía negarme sin más.
Y así... Carol y yo formamos equipo para recuperar el tesoro.
—Aquí es. Ésta es la casa del vice-presidente Baisen. —susurró Carol.
Estábamos en un acantilado a las afueras de la ciudad. Una casa con hiedra subiendo por todas sus paredes y la luna llena al fondo. Por supuesto, había murciélagos volando cerca. Así era la casa del vice-presidente Baisen.
—Pero... ¿no es demasiado sospechosa?
—Por algún motivo, se diseñó basada en la creencia de que la casa de un investigador debía verse así...
—¿No es otra manera de decir que se tienen “aficiones sospechosas”?
—Creo que nadie me lo ha dicho nunca antes de esa manera.
... ya veo...
Ya era más de medianoche. Todas las luces de las ventanas de la casa se habían apagado.
—Vamos, Carol. Sobra decirlo, pero intenta ser lo más silenciosa posible y no hagas ruidos fuertes.
—Sí, lo entiendo. Si me descubren, me tratarían como una ladrona sin duda alguna, y al final me enviarían a prisión, completamente abandonada por la sociedad, y viviendo una vida solitaria... si ése es el caso, ¡sería una buena idea que cuando me descubriesen me atacasen sin dudarlo! ¡Aaaaaah! ¡No quiero morir!
... es muy ruidosa...
—Dill Brand.
¡GUAAAAAH!
—... si no te relajas un poco, me acabarás cabreando. —le dije mientras aún se estaba recuperando de recibir mi hechizo.
—... ah... pero si... ¡si ya estás cabreada! —protestó Carol, levantando la voz.
—No estoy cabreada. Solo he usado el hechizo para acallarte.
—E… entonces, Lina-san, ¿sueles utilizar hechizos en la gente antes de cabrearte?
—Así no me estreso.
Se acabó callando al escucharme. Al parecer lo había entendido.
—En cualquier caso, ¡encontremos alguna manera de colarnos!
—Alguna manera de colarnos… no es que sea como una casa normal.
—¿Qué? ¡Deja de decir cosas así! Además, tenemos que hacerlo de todas maneras, ¿no?
—… supongo que sí…
—Entonces deja de quejarte. Venga, vamos.
Dicho esto, nos dirigimos hacia la mansión.
Utilizando el hechizo Levitation me elevé sobre la verja, llevando a Carol en brazos, y asegurándome que no había ni perros guardianes ni guardias en el jardín, aterricé a la sombra de un árbol. No parecía haber nadie en la mansión.
—Por cierto, Carol, ¿el vice-presidente Baisen vive solo?
—No tiene familia. Cuenta con una sirvienta y un asistente, pero no viven aquí. —me respondió.
… mmm…
—Siendo así, la única persona que habrá ahora es el vice-presidente Baisen. En ese caso, imagino que tendrá un sistema de seguridad decente… por cierto, ¿sabes dónde está el dormitorio del vice-presidente? —le pregunté.
Si el ladrón realmente era el vice-presidente Baisen, no habría dejado los objetos robados en algún lugar donde la sirvienta o el asistente pudieran verlos, así que el lugar en el que deberíamos buscar sería su propio dormitorio.
—Bueno… he estado un par de veces haciendo recados para Crule-sama, pero solo llegué a ver la habitación de invitados…
Habrá que hacer una búsqueda exhaustiva…
Reduje todo lo que pude el sonido de mis pasos mientras me aproximaba a la casa. Si hubiese algún tragaluz o una gran chimenea, podría usar el Levitation y entrar por ahí, pero no parecía que hubiese nada así. Nos acercamos a una de las ventanas y echamos un vistazo para ver lo que había dentro.
No parecía haber nadie…
—Lina-san, Lina-san…
—Silencio.
—… pero esta ventana está abierta.
—Es una trampa. —le respondí sin mirarla siquiera.
—Pero aún así podemos usarla para entrar.
… ah… de verdad… aunque, ¿de debería hacerlo sin pensar? Claro que no.
Pero tampoco había otra cosa que hacer, así que la seguí y nos colamos por la ventana.
El pasillo se alargaba sin fin hacia la oscuridad. Estaba en una zona en sombras donde ni siquiera llegaba la luz de la luna. No podía usar el Lighting, así que tendría que guiarme apenas por la tenue luz de las estrellas.
—… creo que ésta es la entrada… así que seguramente sea por allí.
Siguiendo las instrucciones de Carol, la seguí tratando de mantener en silencio mis pasos.
Pronto ambas llegamos a una puerta.
—Aquí.
Abrió la puerta sin esperar y entró sin dudarlo. No me quedó otra que seguirla y entrar…
En ese momento…
—¡Lighting!
Se escuchó una voz de hombre, y una luz mágica iluminó la habitación
—¡¿Qué?!
—¡Bienvenida, señoritas ladronas!
Esperándonos en una habitación con apariencia de vestíbulo había un hombre mayor vestido como un hechicero y unos diez guardias de la ciudad totalmente armados.
—¡Ayudadme! —gritó Carol, corriendo hacia el hechicero. —¡Ya dije que no quería hacer esto! ¡Esta mujer y Crule-san me amenazaron y me obligaron a hacerlo!
—¡Oye! ¡Espera un momento! —no pude contenerme y grité ante sus palabras.
—¡Baisen-dono! ¡Es exactamente como usted dijo!
El capitán de los guardias quedó convencido sin realmente entender lo que estaba ocurriendo.
Si hay al menos algo que me quedó claro es que el viejo hechicero que tenía delante era Baisen, el dueño de la mansión. Era un hombre bajo y calvo que quedaría mejor en el puesto de mercader corrupto que en el de hechicero.
—No me impresiona una mujer pretendiendo ser una ladrona. ¡Y ahora, cállate!
En cuanto dijo esto, los guardias me rodearon, apuntándome con sus espadas por todos lados.
Podría haber acabado con todos ellos con un hechizo y escapar, pero si había eso, me metería en problemas.
—¡¿Qué significa esto, Carol?!
Ignorando mi mirada, comenzó a reírse.
—¡Hahahahaha! ¡Has caído en la trampa, Lina-san! ¡Primero, fui yo quien robó los objetos de la excavación de Crule y se los entregué a Baisen-san!
—¡Oye, Carol! —le gritó Baisen.
—No se preocupe, Baisen-san. Aunque esta persona conozca la verdad y la cuenta, no serán más que los delirios de un criminal… Lina-san, habiendo venido a coger lo que Crule te pidió, ¡te esperábamos con los guardias de la ciudad, te hemos emboscado y detenido! Al ir contigo puedo probar que Crule me amenazó. Fufu, así Crule quedará como el verdadero ladrón. Y siendo así, ¡Baisen-sama se convertirá en el próximo presidente de la Asociación de Hechiceros!
—¡Ya veo! Entonces, estos guardias…
—Fufu. Por supuesto. ¡Trabajan para Baisen-san! ¿No es así, Baisen-san?
Ante la pregunta de Carol, el viejo negó con la cabeza.
—… ¿eh?
Se quedó helada.
—… es una historia muy interesante, señorita. ¿Podría contarme más? —dijo el capitán, acercándose a ella con una sonrisa sarcástica.
Las espadas de los guardias ya no estaban apuntándome a mí, sino a Baisen y a Carol.
—¡Aaaaaaah! ¡Maldita seaaaaaa! ¡Es el fin! ¡Una condena de muerte asegurada! ¡Condena de muerte!
En ese momento, la atención de los guardias estaba centrada en Carol, que estaba armando un escándalo.
—¡Raywing!
¡Baisen usó de repente un hechizo de vuelo de alta velocidad!
—¡¿Qué?!
—¡Maldita sea! ¡No le dejéis escapar!
Los guardias montaron un alboroto, pero ya era demasiado tarde.
PAM
Baisen atravesó la ventana y desapareció en la oscuridad de la noche.
Podía usar el mismo hechizo, pero si empezaba a conjurarlo ahora ya sería imposible seguirle.
Y así fue como el vice-presidente consiguió escapar delante de nuestras narices.
—… ¿a qué has venido?
Estaba dentro de una jaula en el edificio de la guardia. Carol me saludó con una mirada disgustada.
—Fufufu. ¿Qué tal estás?
—¡¿Cómo voy a estar?! ¡He quedado fuera de la sociedad! ¡Aaaah! ¡Me condenarán a muerte! ¡Aaaaaah!
… sigue tan estruendosa como siempre.
—Pero, ¿por qué traicionaste a Crule-san y te uniste a Baisen? ¿Te compró por dinero, como suele ocurrir?
—… ésa es una de las raciones, pero… viendo a Crule puedes ver por qué le traicioné, ¿no?
… claro…
Es cierto, no habría manera de trabajar con alguien así.
—Bueno, en cualquier caso, si sigues así acabarás pronto en prisión. Los otros prisioneros se meterán contigo y te perseguirán los guardias, y cuando finalmente te dejen salir, nadie te contratará…
—¡Aaaaah! ¡No quiero morir! —comenzó a gritar de nuevo sujetándose la cabeza con las manos.
—Pero… todo depende de ti. Quizás puedas hacer algo al respecto.
—¿Qué quieres decir?
Me miró sorprendida.
—Aún no han encontrado a Baisen, y los objetos que robaste de la casa de Crule-san no han sido encontrados en su mansión, ¿no? ¿Tienes alguna idea?
—Pues…—titubeó y miró hacia otro lado.
Parece que había dado en el clavo.
—Es verdad que ayudaste a Baisen con su plan, pero tenías un motivo para traicionar a Crule-san, así que no es como si estuvieses actuando realmente mal.
—… eh?
Me miró sorprendida, y empecé a susurrarle.
—Si cooperas conmigo, recuperamos lo que robaste y atrapamos a Baisen, al menos tu sentencia será mejor. Dependiendo cómo manejas la situación, podrías incluso recibir solo una reprimenda y quedar libre. Si cooperas conmigo, se lo haré saber tanto a Crule-san como al capitán de la guardia.
—¡¿De verdad?!
—Por supuesto. ¿Y bien? ¿Me ayudarás?
Lo pensó durante un momento antes de responder.
—Baisen tiene un laboratorio secreto en las montañas cercanas. Te enseñaré cómo llegar.
—Vaya. En un lugar así…—murmuré escondida tras unos arbustos.
Era una montaña cercan a la ciudad. Al otro lado de una catarata se encontraba la entrada a un laboratorio secreto. Era para reírse. Entre eso y el diseño de su mansión, el vice-presidente Baisen realmente se había esforzado en marcar su forma de ser.
—Pero, Lina-san, ¿por qué estamos escondidas si no pueden vernos desde el laboratorio?
—¿No es obvio? Es por crear una atmósfera.
Se le notaba el disgusto en la cara ante mi respuesta.
—… ¿por qué no entramos sin más?
—Antes de eso, ¿hay alguna otra manera de entrar al laboratorio?
—No lo sé. Solo he estado ahí una vez.
—… no me estarás mintiendo otra vez, ¿no?
—No tengo intención de tirar mi vida por la borda sin resolver el asunto de Baisen-san.
Ya veo. Esta vez parecía ser verdad.
—En cualquier caso, sabiendo eso, ¡vamos adentro!
—… ¿a qué viene ahora tanta prisa?
Ignorando su comentario, seguí adelante y fui a la entrada.
El interior de la cueva estaba oscuro y húmedo. Había suficiente moho auto-luminiscente para poder tener una visión vaga de los alrededores, y el pasaje era un simple camino recto. No había ningún problema en seguirlo.
Me preguntaba cuánto nos habíamos adentrado, hacía ya tiempo que la luz de la entrada había desaparecido.
—[Bienvenidas, señoritas.]
La voz resonó en la caverna. No sonaba apagada, así que seguramente estaba usando magia para enviarla a nuestra posición. Habiéndolo dicho igual que cuando estuvimos en la mansión, costaba diferenciar si era por falta de talento o por expresión artística.
—¡Esa voz es la de Baisen! ¡Sabías que vendríamos aquí!
—[Tengo ojos observando en todos lados.] —dijo la voz tras un pequeño intervalo. —[Y sabía que Carol me traicionaría tarde o temprano.]
—¡Malvado! ¡¿Es que no te fiabas de mí?! —protestó Carol.
… pero qué dices, si hasta me habías traicionado a mí…
—[Fu. En cualquier caso, lo siento por vosotras, pero tendréis que morir aquí.]
En cuanto la voz dijo eso…
BOOOOOOM
Un gran estruendo resonó por toda la cueva.
—Vaya… mira que usar una técnica tan trillada…
BOOOOOOM
—¡Aaaaaaaah!
—Pero claro, ¿qué hechizo debería usar? Si utilizo algo demasiado espectacular, toda la zona podría venirse abajo…
BOOOOOOM
—¡Noooooooo!
—¡Oye, Carol! ¡Tranquilízate! ¡No me dejas pensar!
—¡¿Cómo estás tan tranquila?! ¡Me está llegando el agua a las espinillas! ¡Aaaaaah! ¡Voy a morir! ¡Voy a moriiiir!
Así era.
La cueva había quedado bloqueada tanto por delante como por detrás, bloqueando el pasaje, y grandes cantidades de agua estaban cayendo desde arriba.
… bueno, había múltiples maneras de escapar utilizando la magia, pero supongo que era mejor utilizar la técnica más convencional…
Presioné mi mano derecha contra la tierra bloqueando mi camino.
—¡Bephis Bring!
En resumen, es un hechizo que crea un túnel. Un agujero en la tierra lo bastante grande como para que una persona quepa, adentrándose en la cueva…
… ¿eh?
—¿Qué ocurre, Lina-san?
Cuando Carol se me acercó, silenciosamente apunté al agujero que acababa de hacer con el Bephis Bring.
Al fondo se veía una puerta de plata con algún tipo de sello grabado en su superficie.
—¡¿Qué… qué es eso?!
—[Fufu. Es una puerta de sellado mágico.] —dijo la voz de Baisen de nuevo viniendo de ningún lugar.
—¡¿Una puerta de sellado mágico?! —grité.
—[Exactamente. La construyó mi padre, con materiales y técnicas que trajo de una oculta aldea élfica. ¡Es imposible siquiera arañarla con hechizos como Bephis Bring o Dam Brass! Por supuesto podría romperse con hechizos poderosos, pero eso también haría que acabaseis enterradas vivas. Así que… ¿qué haréis?]
Me reí ante las palabras burlonas de Baisen.
—Fu. ¿Que qué vamos a hacer? ¡Bephis Bring!
Volví a utilizar el hechizo, esta vez en el muro a mi lado.
Si la puerta estaba por ahí, podía hacer un agujero en un lado donde no estuviese la puerta.
Pero…
—¡¿Qué?! —no pude contenerme y grité.
Un muro de plata apareció al fondo del agujero que acababa de crear con el hechizo.
—[Ah, se me olvidó mencionarlo. Ese mismo material cubre el techo, el suelo e incluso los muros de toda esa zona. Será mejor que no malgastes sus esfuerzos. ¡Fuhahahahahaha!]
Me quedé aturdida, rodeada por los cuatro lados por muros de sellado mágico.
El agua ya nos llegaba a las rodillas.
¡¿Será éste el fin?!
Aunque no fuese a funcionar, tengo que probar con el Dam Brass o lo que sea, y si no sirve de nada, intentaré golpearle conjuntamente con magia de hielo y de fuego, para que se produzca una expansión térmica debido a la diferencia de temperatura…
—Lina-san, Lina-san.
—Calla, Carol, estoy intentando todo lo que puedo para romper ese muro…
—Pero… si lo golpeamos un poco se romperá.
… ah…
Por un momento solo se escuchaba el retumbar del agua llenando la cueva.
—[¡Maldita sea! ¡Se han dado cuenta!] —gritó Baisen.
Parece que, por mucha resistencia mágica que tuviese, era físicamente débil.
Ya veo. Por eso no se limitaron a rodear esta zona con el metal, sino que lo enterraron con la roca.
En cualquier caso, en cuanto nos dimos cuenta de eso, el proceso fue rápido. Cogimos la roca más cercana y nos pusimos a golpear la puerta que nos impedía el paso.
—¡Maldita seáis! ¡Habéis llegado tan lejos! ¡Pero eso es todo! ¡Este laboratorio de investigación será vuestra tumba!
Habíamos llegado hasta lo más profundo de la cueva. En la habitación, que era gigantesca, había filas de estantes extremadamente grandes alineados y pegados unos a otros. En los estantes había diverso equipo de investigación, herramientas sospechosas y altas pilas de libros.
—¡Venga! ¡Ven aquí! ¡Me enfrentaré a ti!
Sobraba decir que quien estaba hablando era el vice-presidente Baisen.
—… ¿y? ¿Qué vas a hacer?
—¡Puedes verlo por ti misma! —respondió Baisen tras un momento.
Miré al viejo hechicero al fondo de la habitación.
—Lo que veo es que estabas intentando hacerte con tus cosas y salir corriendo, pero has acabado atrapado bajo todo lo que te ha caído encima…
—¡Fu! ¡Aunque eres mi enemiga, has visto a través de mí!
Al viejo hechicero apenas le sobresalía la cabeza por encima de la pila de libros y otro equipamiento variado.
—¡Si quieres derrotarme, entonces tendrás que acercarte y sacarme de aquí! ¡Entonces te daré una pelea justa!
¿por qué no es capaz simplemente de decir “ayúdame”?
En cualquier caso, será mejor ignorar esa estupidez…
—Vamos allá.
Le di una patada a uno de los estantes cercanos.
BOOOOM
—¡Aaaaaaah!
Los gritos del viejo hechicero quedaron apagados por el estruendoso ruido del equipamiento cayéndole encima.
—Bueno, al final fue bastante fácil.
Estábamos delante de la garita de los guardias. El viejo Baisen-san, inconsciente, había sido encerrado en la celda.
—Con esto mi culpa será más leve. —dijo Carol con una gran sonrisa y queriendo darme la mano. —Todo gracias a ti, Lina-san.
—Ah, bueno…—le sonreí, le di la mano y le di un golpecito en el hombro. —Lo cierto es que al final eso no será así.
—¿Eh?
Su rostro se contrajo al notar cómo dos guardias la agarraban por la espalda.
—Bueno, aunque Crule-san sea como es, lo cierto es que he acabado mirando en las leyes de este país y ese tipo de comportamiento no sirve para reducir tu condena.
—Ah… pero…
—No te preocupes. Por ayudarme a arrestar a Baisen, recibirás cinco monedas de plata como recompensa. ¡Eso es genial, Carolo! ¡Hehehe! ¡Qué suerte! Bueno, y eso es todo. Que te vaya bien. —le dije y me di la vuelta.
Y así… el mal fue derrotado.
—¡Mentirosaaaaaaaa!
Me alejé de la garita de los guardias con la voz de Carol sonando a mi espalda, arrepintiéndose por todo lo ocurrido.
Es un final feliz.
La batalla épica para recuperar el tesoro: FIN |