Lost Slayers
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atogaki
#2 - Lira de plata
Slayers Special #3 - La aventura de Naga

A continuación podréis encontrar la traducción al español del segundo capítulo de la tercera novela de la saga Slayers Special, 銀のたてごと (gin no tategoto).

La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine en Enero de 1992, así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.

Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayershttps://www.lost-slayers.net

Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.

 

Lira de plata

¡BAM!

La puerta del establecimiento se abrió del todo con un fuerte sonido.

Una enorme sombra con un aire helado apareció bajo el marco de la puerta. Era un gran hombre calvo, que fácilmente podía haber pasado por un golem.

Llevaba un hacha de guerra con apariencia amenazante. Parecía ser de los que no tienen mucha paciencia. No hacía falta preguntarle para saber de dónde habría salido.

Echó una rápida mirada al interior del establecimiento.

—¿Habéis visto por aquí a un tipo que parece un bardo? Un granuja de pelo largo que lleva una lira de plata.—dijo con un vozarrón.

Hubo un momento de silencio, y entonces...

—Ni lo sé ni me importa, pero cierra la puerta, está dejando entrar el aire frío.

Vaya.

La atmósfera del establecimiento se tensó, y todas las miradas se dirigieron a quien había hablado.

Es decir, a mí.

El hombre levantó las cejas.

—Vaya... ésa sí que es una buena estufa daruma.

—¡¿Quién es una estufa daruma?!

—Tú. —dijo Naga, que estaba sentada a mi lado.

Ignorando el concepto de “temporada”, seguía llevando su ropa reveladora con aspecto de hechicera malvada.

—Cualquiera te llamaría estufa daruma al ver que estás llevando diez capas de ropa.

—¡Pero es que tengo frío! Además, ¡no estoy llevando diez capas, estoy llevando nueve! Y no tengo ningún problema para moverme, ¡así que nada de quejarse!

—Ningún problema.... entonces... ¿quién se cayó anoche por las escaleras y no podía levantarse?

GUH

—Pero... es que estaba llevando quince capas... además, ¡no deberías decirme nada de lo que me ponga, que tú llevas lo mismo durante todo el año!

Aun cuando las ranas hibernan lleva el mismo estilo, no puedo entender muy bien cómo lo hace. Está mucho más allá de la “insensibilidad”.

—¡Ohohohoho! Qué ingenua eres, Lina. —dijo moviéndose el pelo. —Ocurra lo que ocurra, me adhiero a mi política de estilo. De eso va la estética.

—¿Tu propia confianza en ti misma no te permite llevar ropas normales?

—Fufu. No hay ninguna ropa normal que satisfaga mi sentido de la belleza.

Obviamente. Si llega el día en el que la ropa normal fuese satisficiese su sentido de la estética, sería el fin del mundo.

—Bueno, sobre eso...—empezó a decirle el dueño del establecimiento al hombre de la puerta, tras llevar un rato contemplando nuestro intercambio. —Por aquí no ha pasado nadie así. Si le veo, se lo haré saber...

—Ya veo...

El hombre sacó una moneda de oro de un bolsillo y se la lanzó al dueño.

—Me llamo Gamul. Estaré en el restaurante Escamas Plateadas. Hazme saber de cualquier cosa. Perdón por las molestias. —dijo y se marchó sin más.

—Has perdido la oportunidad, Lina. —dijo Naga.

—Porque me habías estado molestando. —le respondí.

Esto viene a que en ese momento estábamos intentando matar dos pájaros de un tiro, liberar un poco de estrés y conseguir financiación económica encargándonos de los grupos de bandidos locales. Pero las tonterías de Naga me habían quitado las ganas.

GURIN GURIN

—Uf, parece que ya se ha marchado.

—¡¿Eeeh?! —gritamos Naga y yo sin poder contenernos, levantándonos de las sillas al escuchar el ruido y la voz.

Inequívocamente el sonido procedía de debajo de nuestra mesa. Y entonces... de debajo de la mesa salió a rastras un bardo con una lira. Parecía rondar los 20 años. Aunque era bastante hermoso, se veía que era también frívolo.

GURIN GURIN

Tintineó unas notas con la lira en la mano, al tiempo que, por algún motivo, cogía unas flores.

—Hehe. Parece que os habéis sorprendido, chicas.

Y tanto que estábamos sorprendidas.

—Tú eres... es a ti a quien buscaban...

GURIN GURIN

—Así es. Como veis, soy un viajero. Mi nombre es Michael.

Lo que sea, pero ¿podrías decir algo sin tocar todo el rato la lira?

Cuando miré al encargado estaba como si nada, fregando los platos sin inmutarse. Supongo que antes habría dicho que no sabía nada para no meterse en problemas.

—Pero... ¿desde cuándo has estado escondido ahí? —le preguntó Naga.

—Hehe... pues...

GURIN GURIN

—Diría que desde algo antes del mediodía, hermosa dama.

Desde... antes del mediodía...

Que por cierto, lo que estábamos comiendo era ya una cena tardía.

—Pero por favor, no me malentendáis, no tengo ningún miedo de esa gente. No tendrían nada que hacer contra la magia negra que sé utilizar, pero es que sencillamente no me gusta pelear. —dijo mientras se tocaba el pelo.

—Pero, ¿por qué te están persiguiendo? —pregunté por curiosidad.

GURIN GURIN

—Fu. Lo cierto es que ese tipo, Gamul, lo que busca es hacerse con mi lira, señorita estufa daruma.

—¡¿Qué manera es ésa de llamarme?!

—Oh, no se ofenda, por favor. Lo había dicho como un cumplido...

... ¡¿en qué mundo sería un cumplido que te llamen estufa daruma?!

—En cualquier caso, no podría dejar que un tesoro que ha estado con mi familia durante generaciones cayera en manos de gente así.

La lira que llevaba en las manos estaba hecha enteramente de plata, con piedras preciosas azules engarzadas aquí y allá. No tengo idea cuál podría ser su valor como instrumento musical, y sería difícil ponerle un precio como una simple obra de arte. Pero seguro que un rico coleccionista daría bastante por ella.

—Y eso es lo que hay. Por vuestra apariencia diría que sois hechiceras. ¿Qué os parecería ser mis escoltas?

—Escoltas... pero, ¿no has dicho que sabes usar magia negra? —le pregunté.

—Fu, sí así es, —dijo tocando la lira, —pero mis hechizos son demasiado poderosos y peligrosos. Aunque no sea mi intención, cuando los uso siempre acabo causando más daño del que pretendía. Es algo que no puedo soportar hacer ni siquiera a villanos. Después de todo, soy humano. Si voy yo solo sería más peligroso. Y bien, ¿qué decís? Como agradecimiento, estaría dispuesto a daros...

Naga y yo nos quedamos con los ojos abiertos ante la cantidad que nos ofreció. Más que suficiente como para soportar tanto el frío que hacía fuera como que me llamase estufa daruma. Era una cantidad deliciosa.

Pero mientras estaba pensando eso...

¡BAM!

De nuevo, la puerta del establecimiento se abrió del todo con un fuerte sonido. Sobra decir que eran Gamul y sus subordinados.

—Sabía que aún estaba aquí. —dijo entrando al establecimiento con una sonrisa en la cara.

Su grupito entró detrás suya.

Vaya, vaya... parece que no nos podemos negar a esta petición.

—Me pareció haber escuchado la lira...

—S-Señor...

—¡Tú cállate! —le gritó al dueño del establecimiento antes de que pudiera decir nada más.

Se giró para mirar a donde estábamos.

—Venga, dame la lira...

Pero justo cuando empezó a hablar... ¡liberé mi hechizo!

—¡Diem Wind!

El hechizo tan solo crea una fuerte corriente de viento y tiene nula capacidad ofensiva, pero es suficiente como para restringir momentáneamente los movimientos de un oponente, y hacer volar los manteles de las mesas.

—¡Guoooh!

Gamul y su grupo habían quedado tapados por varios manteles y estaban confusos.

—¡Por aquí!

Salimos corriendo por la puerta que daba a la cocina y abrimos la puerta trasera. Había un olor insalubre, típico de los callejones traseros.

—¡Rápido! ¡Por aquí!

Poco después, Gamul y su grupo entraron corriendo a la cocina. Se detuvieron ante la puerta, que se estaba meciendo con el viento.

—¡Han salido! ¡Tras ellos!

Y salieron corriendo por la puerta, adentrándose en la oscuridad del callejón trasero.

... aunque sean nuestros enemigos, han caído en la clásica trampa demasiado fácil. Tras abrir la puerta trasera, nos habíamos escondido tras un armario de cocina. Al verles salir por la puerta, volvimos al interior.

¡Pero había un anciano de pinta extraña de pie a la entrada del establecimiento!

Ya veo, ¿habían dejado a alguien detrás por si pasaba algo? Es una buena idea, pero ¡uno solo no sería suficiente!

—¡Haaaaa!

¡POOOOM!

¡Salí corriendo y le di una patada voladora!

El mindundi número 1 salió rodando, girando tres veces y rebotando en el suelo. He. Se lo ha ganado.

Salimos todos juntos por la puerta, escuchando la voz del dueño del establecimiento detrás nuestra.

—¡Aaaah! ¡Aguante, alcalde!

...........

—Lina... parece que la persona a la que has pegado era el alcalde, que estaba ahí de casualidad...

Intenté parecer lo más calmada posible al escuchar las palabras críticas de Naga.

—... bueno... mi hermana siempre decía que los malentendidos son inevitables en la vida...

GURIN GURIN

—Creo que no termino de entender lo que dices...

—¡No se te ocurra tocar la lira! ¡Nos descubrirán! ... en cualquier caso, ¡nuestra prioridad es abandonar la aldea lo antes posible!

Y así escapamos de la persecución de Gamul. Hubo algunos problemas, pero mejor será no mencionarlos.

 

—¡Hahahaha! ¡Por fin te he encontrado, Michael!

Era mediodía del día siguiente cuando apareció un hombre, riendo sin ningún motivo.

Estábamos en un pequeño restaurante de una pequeña aldea. Habíamos acampado la noche anterior, y apenas habíamos tenido un desayuno ligero. Aún queríamos comer algo en condiciones, así que nos habíamos parado en este restaurante. Ya habíamos terminado de comer y estábamos a punto de marcharnos, pero de repente Michael-san decidió tirarle los tejos a una de las chicas del restaurante.

Pero un hombre con no muy buenas pintas se acercó y se quejó a Michael-san. ¡Pero cuando parecía que iban a enzarzarse...! De repente la puerta se abrió de una patada y apareció el otro hombre. A pesar de su tono arrogante, era un hombre bajito y calvo de unos treinta años.

—¡¿Luguer?! ¡¿Qué haces aquí?! —gritó sorprendido Michael-san.

El pequeño hombre movió un dedo de un lado a otro.

—Oye, no te hagas el tonto. Te he estado siguiendo hasta aquí. Bueno, ¿tal vez debería decir que he estado “siguiendo a la lira”?

Con cierto aire pomposo se sentó en una silla cercana y sacó un cigarrillo.

—Ya puedes dármela.

—Déjate de tonterías —dije yo, acercándome. —Lárgate y dile a Gamul que se olvide de la lira.

El hombre me miró sorprendido.

—¡¿Gamul?! ¡¿Él también está buscando la lira?!

... ¿eh?

—Este hombre no trabaja para Gamul. —dijo Michael con voz baja. —... aunque eso no cambia el hecho de que va tras mi lira.

Ya veo, así que hay más gente involucrada. En cualquier caso, por ahora...

—Marchémonos.

—¿Eh? —no pude contenerme al escuchar a Michael susurrarme cerca del oído.

—¿No sería mejor dejarle sin sentido para que no vuelva a molestar?

—Eso es verdad, pero si peleamos ahora, se vería involucrada gente que no tiene nada que ver con esto.

Bueno... eso es verdad. Aunque ganásemos la pelea, el dueño del restaurante nos lo echaría en cara. Pues una vez decidido, ¡hay que darse prisa!

—¡Naga! ¡Nos retiramos por ahora! ¡Distráele aunque sea un momento!

—Una estrategia defensiva... no me gusta la idea, pero está bien...

Ignorando sus murmullos, comencé a conjurar un hechizo. ¡Cuadrarlo con el momento en que Naga distraía al hombre era la clave!

Pero entonces, ¡se escuchó la voz de Naga!

—¡Vu Raywa!

... ¿eh?

Me puse rígida de repente y me quedé quieta.

Se oía el rugido de grandes bestias.

Varios dragones de piedra gigantes emergieron de entre las losas del suelo. Eran golems que habían sido creados por el hechizo de Naga.

Por supuesto todos entraron en pánico en el restaurante. Michael-san estaba nervioso, el dueño del restaurante estaba echando espuma por la boca, y el tipo pequeño había desaparecido.

—¡Ahora! ¡Vamos!

—¿Cómo, ahora? ¡¿Cómo vamos a hacerlo con esta situación?!

—¡Tú eres la que me dijo que le distrajera!

—¡Sí! Pero, ¿es que no sabías hasta qué límite llegar?

—¡Claro que no!

Tendría que habérmelo imaginado.

—¡En... en cualquier caso, salgamos corriendo de aquí!

Y así... es como conseguimos ponernos a salvo.

 

—Aquí estamos. —murmuró Naga cuando llegamos a las profundidades del bosque.

Asentí y nos detuvimos.

No había pasado mucho tiempo desde que tuvimos que encargarnos de los dragones de piedra de Naga, que se habían desbocado, y nos marchamos de la aldea. Aunque era un bosque, todas las hojas de los árboles ya se habían caído, por lo que el suelo estaba lleno de hojarasca.

GURIN GURIN

—¿Alguien nos ha perseguido? —dijo Michael con cara rígida.

Quizás no sería el mejor momento para ponerse a tocar la lira.

—¿Por qué no sales? Sabemos que estás ahí.

FUIIISH

Como respondiendo a mi llamada, sopló el viento. El aire giraba, levantando las hojas muertas... y en el centro del remolino, apareció de repente una figura. Un hombre con apariencia de hechicero vestido con ropas y capa negra.

—¡¿Qué está ocurriendo?! —gritó Naga sorprendida.

Pero en apenas un instante ya me había dado cuenta en esencia de la técnica utilizada. A primera vista parecía estar utilizando el hechizo legendario Teleport, pero por supuesto ése no era el caso. Y tampoco parecía ser una técnica ilusoria. Probablemente... el hechicero se encontraba enterrado bajo las hojas muertas que se habían apilado en el suelo. Cuando llegamos, un leve hechizo de aire removió las hojas muertas, complicando la visibilidad, y aprovechando el caos para ponerse en pie.

Puede parecer una tontería, pero la verdad es que tiene mérito haberse esforzado tanto.

—Huhuhu... te he encontrado, Michael-san...—dijo el hechicero, como era de esperar.

—¡Grenaz! ¿Eres tú? —dijo Michael-san, esta vez olvidándose de tocar su lira.

—¿Le conoces?

—Este hombre... también va tras mi lira. —me respondió en voz baja.

Incluso hay hechiceros en todo esto... ¿qué pasa con esa lira?

—Bien... ¿y si me das la lira sin causar problemas? Entonces no te haré daño. Lo prometo.

... los que dicen algo así son luego los que te atacan en cuanto pueden.

¡Y yo no iba a esperar a que eso ocurriera!

—¡En cualquier caso, mientras Naga y yo estemos aquí, no dejaremos que toques a Michael-san! —le dije mientras le apuntaba con un dedo.

—Hoho... interesante. —dijo el mago esbozando una sonrisa. —¡Deberías saber que es absurdo enfrentarse al destructor oscuro, el hechicero Grenaz! —dijo y comenzó a conjurar un hechizo.

Eso está muy bien, pero... destructor oscuro... mira que darte a ti mismo un título así... suena tan incómodo como cuando dices algo gracioso pero nadie te está escuchando.
No es fácil ganar una buena reputación en nuestra línea de trabajo, pero siempre es mejor no subestimar a tu oponente. El hechicero comenzó a conjurar un hechizo de magia de aire. No parecía tener mucho poder ofensivo...

—¡Diem Claw!

Al usar el hechizo, un fuerte viento se remolinó alrededor del hechicero, levantando las hojas muertas a nuestros pies y, tras un momento, lanzándolas en nuestra dirección.

No era nada especial, apenas una ligera modificación del Diem Wind. Tenía una capacidad ofensiva de prácticamente cero, incluso si se hubiera dirigido contra una persona normal...

—¡Agachaos!

Al escuchar mi grito, Naga y Michael-san se lanzaron al suelo.

Un grupo de hojas muertas volaron por encima nuestra.

—¡¿Qué ocurre, Lina?!

—Mira. —respondí a Naga, apuntando al árbol que había detrás nuestra.

En el tocón brillaba algo plateado.

—Eso es...

—Lanzó una serie de pequeños cuchillos volando con el viento. Utilizó las hojas como camuflaje.

Había sido un truco muy sucio. Tuvimos suerte de que me diese cuenta de la luz brillando entre las hojas, si no hubiera estado atenta y nos hubieran dado, no sabrían hecho bastante daño.

Aunque... no es que esta técnica sirviese de mucho en cualquier otra estación en la que no hubiera hojas muertas.

—Fu. Menudo truco. Deja entonces que te muestre algo. —dijo Naga, levantándose y empezando a conjurar un hechizo.

—¡Michael-san! —grité, mirándole a los ojos. —Tengo que pedirte un favor.

—Creo que puedo imaginarme qué quieres...—dijo suspirando y dándome la mano. —No puedes levantarte por ti misma y quieres que te ayude, ¿verdad?

—Ah... ¿te has dado cuenta?

—¿Cuánta ropa llevas puesta?

—Hoy hace buen tiempo así que apenas llevo doce prendas. —dije mientras me levantaba, y escuché el hechizo de Naga.

¡Maldita sea!

Me acerqué a ella y la golpeé por detrás.

—¡¿A qué viene eso?!

—¡¿Cómo que a qué viene?! ¡A ese hechizo!

Estaba conjurando el Howl Freeze. En resumen, es una técnica que crea una ventisca y daña al oponente. Aunque es muy poco probable que cause heridas mortales, es extremadamente difícil de esquivar, además de impedir el movimiento debido al frío, por lo que es una técnica muy poderosa... Pero al mismo tiempo, una considerable cantidad de aire frío se extiende por el área cercana.

—¡Ya hace mucho frío, no enfríes aún más el ambiente!

—¿De qué estás hablando? ¡No hace tanto frío!

—¡Cállate! ¡Al contrario que tú, yo soy delicada! En cualquier caso, ¡yo me haré cargo de esto de una vez! —dije y empecé a conjurar un hechizo.

La cara del hechicero cambió de repente. Si un hechicero tiene cierto nivel, será capaz de reconocer el poder de un hechizo simplemente con escuchar la conjuración. Incluso si es un hechizo que no sean capaces de utilizar. Y así... el hechicero se dio cuenta del poderoso hechizo que estaba a punto de utilizar. Garv Flare...

Es un hechizo que persigue a su oponente, con la capacidad de acabar con un guiverno de un solo golpe. Es imposible escapar. Se levanta la mano derecha hacia un lado, se apunta a la persona y se forma el sello con ambas manos... el sello...

—¡Aaaaah! ¡Llevo tanta ropa que no puedo formar el sello!

—¡¿Qué pasa contigo?! —gritó Naga golpeándome con el codo detrás de la cabeza.

—¡Argh!

...due... duele...

—¡Tanto meterte con otros con esa bocaza que tienes y ahora haces esto! ¡Te lo mereces!

—¡Pero...! ¡Es que apenas puedo mover los codos así que no puedo formar el sello!

—¡No hagas como si fuese culpa de otra persona!

Mientras seguíamos peleándonos, Michael-san dio un paso adelante.

—He... supongo que no hay nada que hacer. ¡Mirad esto, entonces! ¡La Técnica Secreta Más Peligrosa de Magia Negra de Michael! —dijo mientras sacaba algo de su bolsa.

... una muñeca y una aguja...

PUN

Insertó la aguja en el pecho de la muñeca.

—¡Haha! ¡¿Lo habéis visto?! Si continuo este ritual durante tres días y tres noches y entierro esta muñeca delante de la puerta de la casa de la otra persona, ¡experimentará un tormento infernal! ¡Aaaaah! Aunque haya creado esta técnica yo mismo, ¡es demasiado terrible y peligrosa!

... bueno... ver a un tío clavando una aguja en una muñeca... es verdad que es una visión terrorífica...

—... ¿y ahora qué...?

FUIIIIISH

Sopló una racha de aire helado junto con las palabras del hechicero.

—... ah, pues... esto...

—Oye, Michael-san...—empezó a decirle Naga. —¿No será que esa magia negra que usas es... una maldición?

—Huhu... así es.

—¡¿Cómo se te ocurre utilizar algo así?! —le grité dándole una patada en la cara, pero perdí el equilibrio y caí al suelo. —¡¿De qué sirve utilizar una técnica que requiere tanto tiempo para la situación actual?! ¡Además, tienes que tener en cuenta tu propia situación! ... Dicho eso, ¿me puedes ayudar a levantarme?

—.......

—Esto... perdón por tener que decirlo, pero ¿podéis recordar que sigo por aquí? Me siento ignorado...—dijo el hechicero Grenaz con cierto tono triste.

—¡Hehe! ¡Es hora de divertirse! —dije tras lograr levantarme. —¡Ahora me haré cargo yo misma!

Es una línea que diría un típico villano de los que son derrotados constantemente, pero no me lo tengáis en cuenta.

—¡Haha! ¡Eso quiero verlo! —dijo el hechicero mientras empezaba a conjurar un simple hechizo de aire.

Yo comencé también a conjurar un hechizo. Esta vez un simple Flare Arrow, que no requería ninguna pose. El hechicero terminó su hechizo primero. El viento se arremolinó a su alrededor y levantó las hojas muertas, haciendo que le rodeasen. Ya veo. Una gran cantidad de hojas muertas le cubrieron casi totalmente, pudiendo así modificar la trayectoria de algunas técnicas. Pero...

—¡Flare Arrow!

Lancé el hechizo y, como el hechicero había planeado, fue atrapado por el viento a su alrededor. Pero entonces...

FUASSH

El remolino se prendió en llamas.

No requiere mucha explicación. Una gran cantidad de hojas muertas se prendieron con las llamas. Y para empeorar la cosa, el viento avivó las llamas, dando un esperado resultado. Grenaz, el destructor oscuro, sufrió quemaduras en todo su cuerpo, no pudiendo recuperarse.

 

—Te estábamos esperando, Michael.

Apenas habíamos salido del bosque cuando nos encontramos a Gamul y su grupo, todos con sonrisas en la cara.

GURIN GURIN

—Hehe... parece que no queda otra que resolver el asunto...—cantó Michael-san.

Gamul no parecía muy divertido y escupió al suelo (qué vulgar).

—¿A qué viene esa línea? Oíd, chicas, será mejor que os marchéis. Podríais salir heridas.

—Me temo que eso no va a pasar.

Naga y yo dimos un paso adelante.

—Será mejor que dejes de intentar quitarle la lira, vete a casa y cepíllate la cabeza.

—¡Serás...! ¡No hables de mi cabeza!

... parece que le preocupaba mucho.

—¡Está bien! ¡Entonces utilizaremos la fuerza! ¡Chicos! ¡Cargáoslas y coged la lira!

—¡¡Oooooh!!

Gritaron todos juntos y salieron corriendo hacia nosotras. Hehe. Espléndido.

—¡Mega Brand!

Con un simple hechizo, ¡todos los hombres de Gamul salieron volando por los aires! Después de todo apenas eran unos matones. Tal vez eran suficiente para insultar a ciudadanos inocentes, pero no tenían nada que hacer contra Lina Inverse.

Solo quedaba Gamul.

—... es... terrorífica...—dijo Gamul mirándome. Se le había ido el color a la cara.

Por fin se había dado cuenta de mi poder.

—... no puedo creer que hayas involucrado a tus propios aliados sin siquiera dudarlo...

... ¿eh?

Ahora que lo pienso, creía que Naga y Michael-san estaban detrás de mí... me di la vuelta con cierto nerviosismo... ah... como esperaba. Ambos estaban espléndidamente tirados por el suelo.

... es algo que pudiera dar problemas más adelante, pero eso sería un problema para después.

Me giré hacia Gamul.

—Y bien, ¿ahora qué? ¿Vas a venir?

Nuestras miradas chocaron. Por supuesto, Gamul fue el primero en apartar la mirada.

—De... de acuerdo. Dejaré que os quedéis con la lira.

Sonaba un tanto raro eso de “dejarnos”...

—Pero... por favor, ¿podríais pagar al menos los intereses?

—... ¿eh? —solté sin querer al escuchar a Gamul.

 

—¡Lina, serás...!

—Deja de quejarte, Naga. No hay motivo.

En cuanto usé el Recovery, detuve a Naga antes de que viniera a por mí e inmediatamente me dirigí hacia Michael-san.

—¿Qué ocurre aquí, Michael-san?

—¿A qué te refieres? —preguntó, poniéndosele la cara pálida al ver la figura de Gamul-san detrás de mí.

—¿Qué...? Pero... Lina, ¿qué es lo que está ocurriendo? —preguntó Naga a mi lado.

—Gamul-san está aquí para cobrar una deuda.

—¡¿Una deuda?!

—O mejor dicho, ya que la persona en cuestión no podía pagar su deuda, quería hacerse con la lira para venderla por una buena cantidad de dinero.

—Hehe. Era verdad que iban tras la lira. No era ninguna mentira.

Muchas gracias, Michael-san.

—Entonces, ¿tanto el hombre del otro día como el hechicero de antes iban tras de ti porque les pediste dinero a cada uno? —preguntó Naga asombrada mientras movía su melena.

—Hehe. Suena como que era eso, sí...

Sí que suena, sí...

—Me imaginé que vosotras dos seríais también cobradoras de deudas. —dijo Gamul-san rascándose la cabeza. —Que en vez de entregar la lira, queríais deshaceros de los otros cobradores o algo así... nunca pensé que alguien con tantísimas deudas podría pagar para contratar guardaespaldas.

¡AAAH!

Me quedé sin palabras.

Pensándolo bien... ¿por qué Michael-san le quiso tirar los tejos a la chica del restaurante? Si su objetivo era “causar tal alboroto para que entre la confusión se olvidasen de la factura”, entonces...

—O... oye, Michael-san...—empecé a decirle, con un sentimiento siniestro. —Entonces, la tarifa que habías dicho que nos pagarías...

Tenía una pequeña ronrisa en su rostro.

—Hehe. Señorita, ¿has oído alguna vez el dicho—empezó a decir con tono tranquilo, —“no te puedes remangar si no tienes mangas”?

GUH

 

Tras eso... no hace falta decir que Naga y yo golpeamos a Michael-san hasta dejarle hecho papilla, y se lo entregamos a Gamul-san. Mientras contemplaba cómo Gamel-san arrastraba a Michael, recé con todo mi corazón.

Por favor, Dios, que el próximo trabajo sea algo decente...

Lira de plata - FIN

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