#1 - Alerta de hidra
Slayers Special #3 - La aventura de Naga |
A continuación podréis encontrar la traducción al español del primer capítulo de la tercera novela de la saga Slayers Special, ヒドラ注意報 (hydra chuuihou).
La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine en Diciembre de 1991, así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.
Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayers – https://www.lost-slayers.net
Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.
Alerta de hidra
—Olvidadlo. No tenéis la habilidad para derrotarla.—soltó de repente un hombre que se encontraba en la esquina del establecimiento. Su mirada estaba fija en una taza que sujetaba con ambas manos.
Parecía rondar los 40 años y era bastante delgado, teniendo el aire indiscutible de un guerrero. Tenía un parche negro en el ojo izquierdo, lo que le daba el aspecto de un tipo duro.
Naga y yo acabábamos de llegar. Apenas había firmado en el registro de la posada, y antes siquiera de que la camarera del salón pudiera venir a tomar nota de nuestra comida, se nos acercó un hombre.
Este hombre, que decía ser el alcalde, e ignorando la cara que le estábamos poniendo, unilateralmente empezó a gruñir acerca de que nos hiciéramos cargo de una hidra que estaba acabando con el ganado de los pastos cercanos.
Entonces... fue cuando se oyó la voz del hombre de la esquina.
No tiene sentido decir que no tengo habilidad si yo, Lina Inverse, guerrera y hechicera, podría acabar con hidras sin importar su número. Me basta un hechizo y adiós montaña.
—Raul-kun...—dijo el alcalde antes de que Naga o yo pudiéramos decir nada. —Te pido que no nos interrumpas. Cierto, eras el mejor guerrero de la ciudad, y estás obsesionado con esa hidra... pero... no puedes pelear con el ojo así.
El guerrero se frotó con los dedos el parche de su ojo izquierdo.
—No... seré yo quien la derrote. Por favor, dejadme este trabajo a mí, alcalde.
Se podía notar la tensión mientras el guerrero y el alcalde se miraban. Se ve que había algo entre esos dos... a ser posible, no quería verme involucrada en nada que tuviera que ver con eso.
—Fu... no sé cuáles serán las circunstancias, pero en cualquier caso, el único oponente sería la hidra...
Sobra decir que había sido Naga, hablando más alto de lo necesario y levantándose de su silla, con su negra capa ondeando. Aunque ya había terminado el verano, seguía llevando las mismas ropas de siempre. Se alisó el pelo hacia arriba.
—¡Hacerse cargo de algo así no es nada para Naga la serpiente, la mejor hechicera del siglo! ¡La sepultaré en la oscuridad con solo un hechizo! ¡Ohohohoho! —dijo riéndose y poniendo las manos en las caderas.
Entonces... se hizo el silencio.
El hombre y el alcalde seguían mirándose el uno al otro.
Naga se acabó sentando, sintiéndose un poco incómoda, y se aclaró la voz.
—... parece que no te han escuchado.
—Está bien, pues...—empezó a murmurar.
—¿Qué tal si hacemos esto? —empezó a decir el alcalde tras un instante. —Irás a enfrentarte a la hidra. Y también irán estas personas. Quien tenga la habilidad y la suerte le sea propicia derrotará a la hidra. Así no pondré reparos.
—Entendido. —asintió Raul-san.
... estaba bien, pero... aún no habíamos dicho nada de que aceptábamos el trabajo... pero bueno, si nos negamos después de eso de “la habilidad y la suerte propicia”, parecería que tendríamos miedo de la hidra.
—¿No os importa?
—No.
—Fu, una hidra no es nada para el poder de Naga la Serp...
—Entonces os lo dejaré a vosotras...
—¡Espere un momento y escúcheme! —protestó Naga al alcalde, que la había estado ignorando.
—Está bien... escucharé lo que tengas que decir. —dijo el alcalde con una mirada confusa.
—Fufu. Entonces...—empezó a decir, agitando su capa. —¡No es más que una simple hidra! ¡Con mi habilidad no costará nada derrotarla!
Y entonces... se hizo el silencio.
—... ¿estás contenta ahora?
Las palabras indiferentes del alcalde hicieron que a Naga se le saltaran las lágrimas.
... es Otoño...
Aunque fuese Otoño, el sol del atardecer aún era caluroso. Y bajo ese sol estábamos caminando entre montañas. Era el día siguiente tras aceptar el trabajo. Naga y yo estábamos intentando encontrar el escondrijo de la hidra, que sólo sabíamos que estaba “al otro lado de la montaña”.
Como es posible que mucha gente nunca haya visto a una hidra o no las haya donde vivan, explicaré que una hidra es un tipo de reptil gigante con un montón de serpientes a modo de cabezas. Cuando nace tiene un tamaño parecido al de un conejo, pero tras medio año será tan grande como un tigre, y tras dos años sería tan grande que ni siquiera cabría dentro de una casa. Llegado este punto dejan de crecer, y conforme pasan los años la piel se les endurece y el número de cabezas aumenta (o eso parece).
Algunas especies de hidra son capaces de hacer volver a crecer sus cabezas aunque éstas sean cortadas, pero aún así no hay nada que temer si se las alcanzas con un poderoso hechizo de ataque.
—Pero... parece que vaya a ser más complicado encontrarla que enfrentarse a ella...—me quejé mientras me limpiaba el sudor.
La visibilidad era bastante baja debido a lo gruesos que eran los árboles. No sabía cómo sería la hidra, pero de esta manera sería imposible intentar rastrearla desde el cielo.
—Parece que el tipo este Raul-san tiene más ventaja geográfica. —dijo Naga mirando en la dirección opuesta y con las manos en las caderas.
—Me pregunto si habrá una manera más fácil de encontrar una hidra...
—Fu, tengo una idea. —dijo sacando pecho.
—¿Cuál es? —pregunté sin esperar nada.
—Primero, le gritaré a la hidra. Luego tú le dirás “¡sal ahora mismo de donde estés!” o alguna tontería así. Seguro que siguiendo ese patrón la hidra aparecerá inmediatamente.
Ya veo. Es lo que se llama “promesa de ataque”.
—... pero Naga, fíjate en la atmósfera tan blanca que nos rodea. Con el mal tiempo que hace últimamente, lo más probable es que no sirviese de nada.
—Ya veo...
A pesar de que parecía no haber comprendido mi razonamiento, igualmente asintió con mirada seria.
—¡Ya sé, Naga! ¿Qué tal si hacemos esto? Primero, usa tu magia para invocar una hidra. La derrotaré y nos la llevaremos a la aldea. Y si después de eso aparece la hidra, o si Raul-san la derrota, diremos “¡ooooh! ¿pero es que había dos?”
—¡Muy bien, Lina!
La expresión de Naga se iluminó.
... quizás esto no sirve para resolver el caso como tal, pero bueno eso es una nimiedad (o eso creo)...
—Bueno, pues aprovechamos mientras podamos...—dijo Naga, pero cuando iba a empezar a conjurar el hechizo...
¡GUOOOOOOOORGH!
El inconfundible grito de una hidra resonó entre los árboles.
—¡Ha sonado cerca!
—¡Vamos!
Tras decir esto, las dos salimos corriendo. Poco después llegamos a una zona abierta. Ocultado por el follaje, no pudiendo verlo desde la distancia, se elevaba un acantilado como una gran casa, en cuyas paredes había una cueva con una gran apertura. Había un hombre agazapado a la entrada de la cueva. Era Raul-san.
—¡¿Qué ocurre?!
Miró hacia nosotras, con una sonrisa que mostraba dolor, sujetándose su hombro derecho.
—La encontré y perseguí hasta aquí... pero escapó dentro de la cueva.
—¿Estás herido?
—Qué va... apenas un rasguño por la caída... —dijo, mientras intentaba levantarse, pero acabó cayendo de rodillas, gruñiendo. —¡Argh!
—Déjame verte las heridas. Puedo usar un hechizo de curación básico.
—... lo siento, está bien. —dijo tras quedarse mirándome un momento. — La rodilla derecha y el hombro derecho.
—De acuerdo...—dije mientras me arrodillaba a su lado, comprobando sus heridas. — Raul-san...
—¿Sí? —preguntó girándose hacia mí, con la cara blanca y llena de sudor.
—¡Es solo un rasguño! —le grité.
Su pantalón estaba ligeramente rasgado y su rodilla apenas arañada.
—¡Por eso había dicho que apenas era un rasguño por la caída!
—¡Entonces no pongas esa cara tan exagerada! Pensaba que te estabas haciendo el fuerte con lo que quizás era una herida más seria...
—¡Si duele, duele! ¡No puedo hacer nada!
No digo que no duela... pero incluso un niño no exageraría tanto... una herida tan pequeña... ¿es que no tienes agallas? Menudo tipo...
De todas formas, ya había dicho que iba a curarle, tampoco iba a decirle “pues ahora no quiero”. De mala gana, empecé a conjurar el Recovery. Era la primera vez que sentía que realmente estaba malgastando mi poder mágico.
Con una luz mágica iluminándonos encima de nuestras cabezas, los tres entramos en la cueva. Como ocurre con muchas cuevas como ésta, el aire tenía un olor húmedo que parecía pegarse a la piel.
—No creo que el único enemigo sea la hidra. —dijo Raul-san, yendo delante de nosotras con una espada larga en la mano. —Se rumorea que en estas montañas vive mucha gente peligrosa. A los aldeanos no les gusta venir por esta zona.
—¿Exactamente qué quieres decir con gente “peligrosa”? —pregunté.
Para ciudadanos comunes que ni siquiera han usado una espada incluso kobolds y orcos les parecerían oponentes duros, aunque para Naga y para mí no serían ningún problema.
—... nunca les he llegado a ver, pero se rumorea que hay hombres-lobo y ogros...
Ya veo. Para una persona normal serían oponentes más que peligrosos.
Pero mientras estaba pensando eso...
—¡Esperad! —gritó Raul-san, deteniéndose.
Aún no nos habíamos adentrado mucho. Apenas habíamos llegado al punto en el que la luz de la entrada ya no era visible. Miré hacia todos lados, prestando atención a los alrededores. Pero no noté nada especial.
—¿Qué ocurre? —le pregunté.
—Es hora de un descanso. —dijo sentándose.
—¡¿De qué estás hablando?! —grité mientras le pegaba en la cabeza.
—¿¡A qué ha venido eso!?
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Si acabamos de entrar!
—¡Si estoy cansado, estoy cansado! ¡No puedo hacer nada!
—¿De verdad eres el mejor guerrero de esa ciudad?
—¿No lo escuchaste? ¡El alcalde dijo “eras el mejor guerrero”!
Lo dijo en pasado...
—Sea como sea, ¡si no le echas agallas, tardaremos un año en encontrar la hidra! ¡Levántate y anda!
—Vaya... las chicas jóvenes de hoy en día no tienen respeto por sus ancianos...—murmuró y acabó levantándose.
No creo que tenga nada que ver con el respeto...
En cualquier caso, aparte de las cinco quejas o así de Raul-san por el camino, seguimos adentrándonos en dirección a la hidra. Llegado un momento se empezó a notar un olor como a pescado en el ambiente, y el camino se dividió en dos.
—¿Por dónde vamos?
—Mi intuición me dice que por la derecha. Así que vayamos por la izquierda.
Pero qué tontería está diciendo.
—Fu, no importa lo que digas, está claro que tienes miedo de la hidra.
—No digas tonterías. Es solo que mi intuición suele fallar. —respondió a la crítica de Naga con voz apenada.
Puede que sea un buen tipo al fin y al cabo.
—... en cualquier caso, vayamos por la izquierda.
No servía de nada quedarnos discutiendo. Comencé a avanzar hacia el camino de la izquierda. Al poco los dos vinieron detrás de mí.
Llevábamos un buen rato caminando cuando... me detuve.
—¿Qué ocurre? ¿Quieres hacer un descanso?
—Claro que no. Hay algo ahí delante. —respondí a Raul-san sin apartar la mirada de la oscuridad frente a mí.
Una “presencia” parecía estar conteniendo el aliento, observándonos.
Había un extraño aroma de hierro en el aire. El olor de la sangre.
—¡¿Es la hidra?! —dijo Naga, al tiempo que conjuraba el Lighting y lo lanzaba hacia la oscuridad.
La luz le alcanzó en los ojos y soltó un grito.
Desafortunadamente, no era la hidra. Era un ogro, una criatura carnívora y dos cabezas más alto que un humano.
Estaba comiendo, habiendo tirado en el suelo el cadáver de un animal que parecía ser un jabalí o algo parecido.
—... parece que éste no era el camino...
—Volvamos atrás. —dijo Raul-san sin apartar la mirada del ogro.
—Si nos descubre es casi seguro que tendremos que enfrentarnos. Por ahora no nos ha visto, así que aprovechemos la situación. Pelear aquí es absurdo. Retrocedamos e intentemos no provocarle.
—Eso está muy bien, pero... tu compañera está inconsciente.
—¡¿Quéeee?!
Me di la vuelta y vi cómo Naga estaba tirada en el suelo.
¡Maldita sea! ¡¿Se ha desmayado por ver un animal muerto?!
GUAAAAAARGH
El rugido del ogro retumbó en la cueva. ¿Nos consideraba un peligro?
—Supongo que ahora no queda más remedio. —dijo mientras cargaba gritando y con la espada larga en la mano.
¡Oye, espera! ¡Un simple hechizo a media distancia bastaría para acabar con él!
Para derrotar a un ogro con un ataque directo se necesita como mínimo tener la habilidad de un guerrero veterano. Y si se acaba peleando muy de cerca, será muy difícil poder ayudarle con un hechizo.
El otro levantó sus brazos de manera amenazante, rugiendo enfadado.
Entonces...
Raul-san se sentó suspirando.
—¡¿Qué ocurre?! ¡Espero que no me digas que necesitas un “descanso”!
—¡Nada de eso! ¡Es que me duele la cadera!
... vaya con el viejo...
En cualquier caso, la historia podrá continuar más rápido así...
—¡Dam Brass!
Mi hechizo destrozó el cuerpo del ogro.
—Fu. Vaya poca cosa.
—Era un oponente muy aburrido.
Por alguna razón, tanto Naga como Raul-san estaban de nuevo en pie, cruzados de brazos y con cara disgustada.
—¡No servís para nada!
—Fu. No tiene sentido que Naga la serpiente tenga que despeinarse por enfrentarse a un ogro.
Por supuesto, mientras hablaba estaba apartando la vista de donde se encontraba el cuerpo destrozado del ogro.
—Así es. Tan solo hubiera conseguido manchar la espada.
... pero... serán...
Entonces se escuchó un grito.
GUOOOOORGH
¡La voz de la hidra se escuchaba a lo lejos!
—¡Ahí está!
—¡Vamos!
Corrimos a través de la cueva, siguiendo el sonido de la voz. Tras un tiempo, llegamos al mismo cruce de caminos de antes.
—¡Por aquí!
—¡No, espera!
Nos quedamos escuchando la voz de la hidra...
—¡No! ¡Viene de fuera! —gritó Raul-san.
Parece que la hidra había salido fuera mientras estábamos peleando contra el ogro. Fuimos descendiendo por la montaña siguiendo el camino de hierba pisoteada. A juzgar por el estado del camino daba la sensación de que la hidra sería de tamaño medio.
—... esto es malo...—suspiró Raul-san.
—¿Qué ocurre?
—Va directa hacia la aldea.
—¡¿Qué?! —gritamos a la vez Naga y yo.
—Parece que va camino de atacar otra vez al ganado de la aldea.
—¡Tenemos que darnos prisa!
—¡Espera! —dijo Raul-san, deteniéndose. —Antes de eso, tengo que pediros un favor. ¿Me dejaréis que me encargue yo de la hidra?
Naga estuvo a punto de decir algo, pero la detuve.
—Hay una razón para ello.
—Umm...—murmuré mirando hacia un lado. —¿Es por lo de tu ojo izquierdo?
—Qué va... esto no es más que un sarpullido. —dijo con cara seria.
... ya ni sé qué pensar de este tipo...
—Entonces, ¿cuál es la razón?
—Pues...
—Fu. Si no nos dices la razón, no podremos hacerte el favor. No es como si estuviésemos tratando con insectos.
Al escuchar las palabras de Naga, Raul-san bajó la cabeza.
—Es verdad... de acuerdo, os contaré la verdad. Pero prometedme una cosa antes. No le contaréis nada de esto a nadie de la aldea.
Nos miramos la una a la otra.
—De acuerdo, lo prometemos.
—Ocurrió hace dos años, durante el festival de verano. Le compré a un vendedor ambulante un huevo de pájaro veloz. Sabéis lo que es un pájaro veloz, ¿verdad?
Naga y yo asentimos a la vez.
Son unos pájaros inexplicablemente cariñosos, del tamaño de un potro, y aunque no pueden volar, son increíblemente rápidos, pudiendo competir sin problemas contra un caballo incluso cargando con alguien en la grupa. Pero son muy difíciles de criar y las adultas son ridículamente caras. La práctica más común es comprar los huevos y tratar de criarlas. Aunque la mayoría mueren antes de alcanzar la madurez.
—Pero... ¡cuando el huevo rojo se abrió, resultó que tenía dentro una cría de hidra!
... oye...
—Pensé que no necesitaba algo así, por lo que la tiré en la montaña que había detrás, pero parece que ha crecido bastante bien, y bajaba a la aldea a atacar el ganado, lo cual es un problema... y eso es todo.
—¡¿Cómo que “eso es todo”?! —gritó Naga tirándole al suelo.
—... dicho de otra manera, tú eres la fuente de todo lo malo...
—¡Eso no es nada respetuoso!
—¿Y es mentira?
—¡Que puedo oírte!
... si es que... vaya viejo...
—Está bien, entendemos la situación. En todo caso, trata de hacerlo bien y no morir. —dije con tono desdeñoso.
—¡Allí! ¡Está allí! —gritó Naga apuntando con un dedo a una apertura entre los árboles.
Vimos la espalda de la hidra mientras ésta seguía descendiendo por la montaña. Al fondo de la ladera se encontraba la aldea. No podíamos permitir que se convirtiese en un campo de batalla.
Podría haberla alcanzado con un Dam Brass o similar y derrotarla fácilmente, pero... eso era asunto de Raul-san.
—¡Intentaré detenerla de alguna manera! —dije mientras conjuraba un hechizo. —¡Ray Wing!
Usando la técnica de vuelo de alta velocidad volé por encima de la hidra en un suspiro y me planté justo delante. La hidra seguía avanzando sin detenerse, sacudiendo sus diez cabezas. Pero no tenía intención alguna de enfrentarme a algo así.
—¡Dimil Arwind!
Un viento increíblemente fuerte... no, una masa de aire increíblemente presurizado surcó el espacio entre la hidra y yo en línea recta. Como era de esperar, la hidra se detuvo un instante.
—¡Raul-san! ¡Ahora!
Pero no se movió en absoluto al escucharme.
—¿Qué estás haciendo? —le gritó Naga con voz acusadora, estando a su lado.
—¡No pasa nada! ¡Tan solo que estoy un poco asustado!
Y se notaba. Le temblaban las rodillas. ¡Bueno, pues en ese caso...!
Saqué un pequeño cuchillo de un bolsillo.
—¡Shadow Snap!
El cuchillo lanzado conectaba la sombra de la hidra con la tierra. Y en ese momento... la hidra se detuvo totalmente.
Es una técnica que atrapa al oponente desde el Plano Astral y bloquea sus movimientos. No importa la fuerza que pudiera tener, mientras la sombra siga tocando el suelo no podrá liberarse de la técnica.
—¡Ahora, Raul-san! ¡Ya no puede moverse!
—¡Ooh! ¡Entonces ya no me da miedo!
Caminó hasta colocarse delante de la hidra y dirigió la punta de su espada hacia ella.
—¡Malvada hidra que ataca el ganado y hunde a la gente en las profundidades del miedo y la desesperación! ¡Sométete a la espada justiciera de Raul Clements!
No es que parezca muy “justo” tener al oponente paralizado.
—¡Adelante! —gritó levantando la espada con gran entusiasmo.
Pero...
GUAAAAAARGH
La hidra comenzó a moverse delante de mí.
... ah... claro, está brillando el sol...
—... mentirosa...—me dijo Raul-san tambaleándose y mirándome con resentimiento.
—¡Oye! ¡No es más que un desafortunado accidente!
—¡Ohohohoho! ¡Vaya cosas dices, Lina! —escuché decir a Naga riendo. —¡Fufu! De acuerdo, ¡me tocará a mí usar un golem de piedra para detener a la hidra! Aprovecha para acabar con ella mientras tanto.
—¿De verdad que esta vez saldrá bien? —dijo Raul-san frunciendo el ceño.
—¡Fufu! ¡Quizás haya alguien que te pueda ayudar!
No quisiera verme envuelta en algo así.
—¡Naga! ¡Esta vez tiene que salir bien! —le dije mientras miraba a los ojos (bueno, algunos de ellos) de la hidra.
—¡Fu! ¡Esta vez será diferente! —respondió, y empezó a conjurar el hechizo.
... en su caso, es un tanto diferente de la media. Cuenta como mucho poder mágico, pero el problema está en cómo lo usa. Debido a eso, he tenido algunas malas experiencias (y sobre todo terceras personas). En cualquier caso, conseguí mantener a la hidra detenida un momento con algunos trucos hasta que Naga terminó de conjurar el hechizo.
—¡Vu Vraimer!
Esta vez parecía ser una técnica estándar y decente. Numerosas piedras, grandes y pequeñas que se encontraban cerca, comenzaron a reunirse en un punto. Era como dos veces más grande que la hidra. Tenía brazos y piernas cortas, era bastante fornido, y sin duda alguna tenía forma humanoide.
Fuese sin más el crujido de las rocas o un grito, el golem dejó escapar un rugido tras ser traído a la vida.
—¡Oye, Naga!
—¡No digas nada!
—¡Tu golem está rodando colina abajo! ¡Haz algo!
—¡No quiero oírlo!
¡Y yo no quiero tener que verlo! El golem de Naga dejó escapar un fuerte rugido, perdió el equilibrio (al parecer la pierna derecha y la pierna izquierda tenían diferentes longitudes) y comenzó a rodar ladera abajo.
... y como dije antes, aunque es algo que no quisiera admitir... al final de la ladera había una aldea.
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Idiota!
—¡No me hagas reír! ¡Es culpa tuya por tener tanto miedo de la hidra! —respondió Naga a los gritos de Raul-san.
Parecía que Raul-san no estaba muy satisfecho con el hecho de que su casa había sido destruida por la caída del golem (supongo que era de esperar...).
En cualquier caso...
—¡No protestes! ¡Pelea con la hidra! —grité a Raul-san mientras conjuraba un hechizo.
Era una técnica extremadamente difícil llamada “confinar a la hidra”. Si crees que estoy mintiendo, pruébalo con una hidra, o con otro animal más seguro, y verás.
—Pe... pero...
—¡Si no lo haces, acabaré con ella con un hechizo!
—¡Eso no es lo que prometiste!
Es un tipo muy egoísta. A veces pasa.
¿Qué podría hacer...?
Y en ese momento, una idea me vino a la cabeza.
—¡Raul-san! ¡Agáchate y agárrate las rodillas!
—¿Q... qué? ¿Tal que... así? —dijo, siguiendo mis instrucciones sin saber muy bien por qué.
Y entonces lancé el hechizo.
—¡Dynast Breath! (modificado)
KIIIIIIIIIN
La humedad del aire se condensa y congela, atrapando a Raul en el interior de un enorme bloque de hielo.
El “Dynast Breath” original haría estallar el bloque de hielo en múltiples piezas, pero había modificado ligeramente la conjuración para eliminar esa parte.
—¡Oye, Lina! ¿Qué estás pensando hacer?
—Golpe mortal. —respondí sencillamente a la pregunta de Naga mientras usaba un hechizo de viento para levantarle en el aire.
—¡Nooooooo!
¡Choca contra la hidra!
Y así... Raul-san cumplió su propósito. Tal vez no estuviese del todo satisfecho, pero no había duda de que “Raul derrotó a la hidra”. O algo así.
—Pero Lina, ¿no hubiera sido más fácil congelar a la hidra y dejar que la derrotara?
AH
Pues no es ninguna tontería.
—Pues... es que... esto...—empecé a decir, hasta que levanté un dedo. —Sabes, es lo que se llama “cambiar los conceptos”.
—Ya veo...—dijo Naga asintiendo con la cabeza. —Pero Lina, congelándole así... podría haber muerto.
—No pasa nada. Se recuperará. —respondí a Naga con total confianza. Aunque no lo creas, nunca congelaría a un aliado sin tener la seguridad de que no fuera a pasarle nada.
—¿De verdad? —siguió preguntando Naga.
Yo seguía confiando.
—Por supuesto que sí. Había ajustado el poder del hechizo, y además, ya lo había probado anteriormente contigo.
—Bueno, al final todo se ha arreglado.
—Vaya, la aldea está por fin a salvo.
Tras la batalla fuimos a la casa del alcalde. Naga y yo sonreíamos por el trabajo terminado. Pero por alguna razón, tanto el alcalde como Raul-san, que había cumplido su cometido, no parecían muy contentos. Al parecer a Raul-san no le gustó mucho acabar con quemaduras por todo su cuerpo debido a un pequeño descuido al derretir el hielo. Pero había usado el Recovery para curarle, así que apenas había quedado en un desafortunado accidente del que podíamos reírnos. O algo así. Estaba tumbado en la casa del alcalde y cubierto de vendas.
—Hablando de la recompensa...
—¿Creéis que hay alguna? ¿Después de todo? —me respondió el alcalde con voz cansada.
—... ¿eh? —dijos Naga y yo a la vez, frunciendo el ceño.
—El golem rodó hasta el centro de la aldea... destrozándolo todo. Maldita sea...
—¡Vaya! ¡No puedo creer que Naga se viera involucrada, ha sido casi un milagro!
—... Lina... espero que sigas por ahí...
—¡En cualquier caso, el pago inicial debería ser suficiente para cubrir todos los gastos! Así que haced el favor de devolver el dinero.
—¡Noooooo, eso no!
—Además y ante todo, ¿acaso no fue Raul-san el que acabó con la hidra y no vosotras? En otras palabras, ¡habéis fallado el trabajo!
................
¡Maldita sea! ¡No había pensado que esto podría acabar así!
—Bueno, pero... eso...—empecé a decir, mirando a Raul-san.
—... es verdad. Fui yo el que derrotó a la hidra después de todo...
Por un momento pensé que diría algo más, pero se quedó en apenas esa fría frase.
... maldito viejo... encima que eres el causante del primer problema y no hiciste nada para remediarlo, que te enfades por un pequeño y trivial accidente...
Es una persona de mente muy estrecha.
En cualquier caso, no conseguiríamos nada diciendo nada más. Naga y yo nos marchamos de la aldea entre lágrimas, sin apenas haber ganado nada.
Tras eso...
Según los rumores que nos llegaron, Raul-san fue expulsado de la aldea en cuanto se recuperó. Se habían enterado del hecho de que él había sido la causa del problema de la hidra. Por supuesto fue porque Naga y yo no dejamos de hablar de ello en las aldeas vecinas. Como prometí, no se lo conté a nadie de su aldea.
Nadie sabe qué fue de él después de eso...
♥ Una ♥ petición ♥ de ♥ Lina Inverse ♥
Cuidad responsablemente de vuestras mascotas.
Alerta de hidra - FIN |